Gaston-Armand Amaudruz - Nosotros los racistas

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Gaston-Armand Amaudruz
Nosotros los racistas
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PRESENTACION : DEFENSA DE LA RAZA

En la historia contemporánea, casi no hay vocablo que levante tanta emoción y miedo como racismo. Ninguno engendra más infantilismos y cobardías. Ningún problema es más fatal o más provocativo que el problema racial. Y sin embargo, el destino de la humanidad depende sólo de un examen en profundidad de este problema y de su sola, única e indispensable solución.
Es cierto que la palabra racismo ha sido manoseada, apartada de su concepción verdadera por dilettantes o maníacos, y uno se creería bien inspirado al abandonarla. Así, podríamos reemplazar la palabra “racismo” por la de “racialismo” a fin de escapar tal vez a la mala fama. Pero aquello no nos pondría a salvo de una nueva deformación y añadiría al mal de nuestro tiempo (donde el valor y el sentido de. las palabras han caldo en una confusión penosa), dando al mismo tiempo razón a nuestros enemigos. Además, esta adaptación al medio democrático sería sospechosa desde más de un punto de vista. Luego, la honestidad más elemental exige más bien que establezcamos el significado de la palabra racismo en toda su pureza.
Primero, condenamos la discriminación. El hecho de maltratar a un individuo a causa de su raza, de su color, de su idioma o de su religión es muy injusto. Todo el mundo puede estar de acuerdo sobre este punto. Por el contrario, pocas personas se dan cuenta del espantoso peligro engendrado por el antirracismo sistemático. La torpeza y la deslealtad que caracteriza a los políticos han obscurecido y deformado esta situación. Los que se niegan a afrontar este tema capital combaten en realidad contra los que creen defender.
Constatamos que existe, en escala mundial, un complot lúcido que intenta hacer un solo mundo recurriendo a la integración racial. Pero en todos los países donde se ha impuesto esta integración, el resultado fue una discriminación más grande que nunca. Los individuos son así empujados a la sublevación extrema con todo lo que ello comporta de resentimientos, de amarguras, de odios y de matanzas. Constatamos también que el hecho racial es a tal punto poderoso que el mal subsiste aún allí donde la mezcla es admitida, ya que cada grado de mestización hace nacer a menudo una nueva ase social.
En el campo social, los espíritus superficiales y los bienpensantes infantiles se han convertido en juguetes entre las manos de dirigentes que incitan a la violencia racial... ¡en nombre del amor universal! Es urgente que los pueblos tomen conciencia de la insondable imbecilidad de estas tentativas encubiertas bajo el manto del “amor universal”. En efecto, ¡la suerte del Hombre está en juego! El respeto a. la herencia biológica es un principio que es imposible no tomar en consideración cuando se trata de la evolución del hombre. Los que, en nombre de la “fraternidad humana”, hacen desaparecer el patrimonio hereditario de un plumazo, no le impiden actuar. En efecto, la Naturaleza castiga las violaciones de las leyes de la vida, y los antirracistas trabajan a favor de su desaparición combatiéndonos. Que por lo menos esta reflexión los lleve a tolerar nuestras ideas y a respetar la libertad de opinión que ellos proclaman.
El bienestar de la humanidad depende del bienestar de cada raza y recíprocamente, ya que una no puede desarrollarse verdaderamente sin la otra. El racista elimina de su vocabulario la palabra igualdad. La idea misma de igualdad es un absurdo. Los hombres son por esencia desiguales tanto en lo físico, como en lo moral. Sucede lo mismo con las razas. El racista sabe muy bien, que lo que los demócratas llaman prejuicio es un reflejo defensivo normal, comunitario, y que pertenece a cada raza. Sólo trabajando en el sentido de una conciencia racial esclarecida se puede resolver en armonía geográfica y en paz los problemas ligados a la idea de la Sangre.

Dr. Jacques Baugé Prévost. Psy. M.D.,N.MD.
Director INSTITUTO SUPERIOR DE CIENCIAS Psicosomáticas,
Biológicas y Raciales - LAUSANA-MONTREAL